martes, 13 de agosto de 2013

Titulo: "Un sueño" de Ángela Leonardo.-

  

— Nattaleah, aquí estás.
    Recostada sobre la manta que situé en medio del rosal que está cerca de la cascada, abro los ojos un poco para ver una silueta masculina... muy pero muy masculina, WOW QUE MASCULINA.
    — ¿Pherdinand?
    — No, Nattaleah, no soy tu hermano, soy el hombre del cual te enamoraste hace años.
    Abro los ojos completamente y esa figura oscura termina de iluminarse. Demonios sí, realmente podría creer que me enamoré de este hombre. Guapo, sexy, lindo, guapo, hermoso, guapo. Con unas facciones de ángel. El único problema es que nunca he visto a este hombre antes, NUNCA ¿Quién rayos es?
    Este hombre, quién todavía no me ha dicho su nombre, se puso en cuclillas a mi lado y me miro con unos ojos que sólo reflejaban dolor. Pero ni el rostro afligido ni el ceño fruncido le quita la belleza a este chico. Creo que estoy babeando y sonriendo como idiota.
    Espera.
    ¿Dijo que YO me enamoré? ¿YO?
    Con el ceño fruncido y la cara molesta me toca ahora a mi hablar
    — ¿Yo me enamoré? ¿Y tú qué? — Pregunté con incredulidad.
    Él se comenzó a reír a carcajadas el sin vergüenza éste ¿Y su dolor donde está ahora? Ahora sí tengo un rostro confundido y incrédulo.
    — Demonios, amo esta mujer. — Dijo con una sonrisa de oreja a oreja
    — Ahora está mejor. — ¿Estoy sonriendo? Sí, eso creo, y como una idiota. Pero todavía tengo algunas preguntas corriendo por mi mente y ahora lanzaré las dos primeras. — Y... emm.. ¿Cuál es tu nombre y, enserio, de donde me conoces?
    Su rostro dolido volvió, oh rayos, no, no, no, no. No sufras ¿Que hice? ¡No estés triste! Por favor.
    — Nattaleah,  ¿no me recuerdas? —Preguntó con una sexy profunda y dolida voz que podría hacer llorar a cualquiera.
    — No, oh, sí sí, claro. ¿No fuiste tú el que me desconcentró de una profunda lectura hace unos minutos? — Dije, tratando de hacer una mala broma para que su rostro no se vea tan triste. No soy tan importante ¿O sí?
    — ¿Profunda lectura? —Dijo con una sonrisa socarrona, oh sí, su dolor disminuyo. — ¿Así es como se le dice ahora a tomar una siesta al aire libre?. — Se burló.
    — Eh, bueno, seeh. — Dije rápidamente y con una sonrisa reclamando mis labios, tratando de quedarme en el área de las bromas. Realmente me gustaría saber de dónde me conoce... Y no entristecerlo en el intento.     Y volvió el dolor, ahora en una nueva edición de sonrisa triste ¿Qué le pasa a este tipo? De repente estaba sobre mí, sostuvo mi mentón, me miró con esos ojos naranja verdosos y me dio un delicado beso en los labios, que sólo lo noté por tres razones: porque tenía abierto los ojos de par en par por la sorpresa; porque fue inesperadamente dulce, perfecto y familiar y por que con ese simple beso me llevó a las nubes y me permitió tocar las estrellas. No entiendo todavía por qué me besó pero me dejó completamente queriendo más y reprendiéndome mentalmente por eso. Es decir... me encanta, pero no lo conozco. Estoy confundida, y juro que se me nota.     — Te extrañe Nattaleah, pensé que lograría superarlo con el tiempo, pero con el tiempo sólo me di cuenta que estar contigo es la única solución a mi dolor. — Dijo. Y agrego con el ceño fruncido que no le arruino su inmaculado y hermosos rostro y esos ojos que sólo desprendían tristeza y de alguna manera ¿Amor? — Ya veo que no me recuerdas, — Me miró por un momento y continuó con un tono cansado y triste. — Sí, creo que no. — Pero con una voz solemne agrego. — Pero si es necesario darte a detalle cada uno de los segundos pasados contigo, lo hare Nattaleah, porque todavía te amo, aun te amo y siempre lo haré.
    En resumen, un chico hermoso y tierno que afirma conocerme y que sabe mi nombre pero que yo no lo he visto nunca y que afirma también que me ama y que sostuvimos una relación o un tipo de amor de verano que yo no recuerdo ha vuelto para conquistarme otra vez y con la creencia que después que lo haga, ¿podremos ser felices para siempre? No lo creo. Pero realmente quisiera que sea verdad... o aunque sea creerlo.
    — Mi nombre es...

***

    — Despiértate por amor a Dios ¡Despierta Nati!
    Abro los ojos despacio para notar a Candace sobre mí agitando la cama ¿Qué? ¿Todo fue un sueño? ¿Y SU NOMBRE? y abro los ojos con alarma al ver la mano de Candy descender a mi rostro y abofetearme. Demonios, nadie abofetea tan duro sólo para despertar a alguien, y esta chiquilla si puede golpear, me imagino que al ser gemelas golpeo igual. Ah, que dulce, los balbuceos mentales que me doy al despertar.
    — ¿Qué pasa? — Murmuro soñolienta, y me pregunto cómo después de ese golpe todavía no he espabilado.
    — Creo que estabas disfrutando de un sueño. —Dijo con alarma fingida, y juro que vi su labio inferior temblar con diversión.
    — ¿QUÉ? — Grito con horror. Sip, ya espabile. — Demonios Candace, eres cruel, muy, muy cruel. — Digo enfatizando y alargando la última palabra.
    Es decir ¡Mi hermana gemela me despierta del sueño de mi vida!... Juro que a esta mujer le rebosa la maldad. He estado soñando con este chico por años e incluso negándome a tener novio si no es él y nunca llega a darme su nombre, y ahora que casi me lo dice esta niña infernal me despierta. Lo que nunca entiendo es porque en el sueño nunca lo reconozco pero él sí a mí.
    — Sip, lo estabas disfrutando. — Dijo con una sonrisa maliciosa. Se sentó a mi lado contra la pared, cruzo sus piernas por debajo de ella y cruzando sus brazos al mismo tiempo y exclamo con felicidad. — Ahora cuéntamelo.
    — NO. — Grite con incredulidad, ¿se atreve a pedirme que le cuente un sueño que ella misma rompió? Sería divertido, para ver su cara de "¿Qué? ¿Yo te desperté?" cuando termine, pero sé que eso sólo haría que me ella me obligue a crear el final para ella. Y eso incluye el nombre de mi alma gemela de en sueños... y no lo haré.
   — Dame una razón por la que no. — Dijo, y me miro desafiante y con una de sus muy depiladas cejas alzadas
    — Porque me despertaste. — Dije secamente
    — Um, sí, eso es justo... vuelve a dormir y termínalo y después me lo cuentas.
    Una sonrisa intento reclamar mis labios pero no lo permití manteniendo mi rostro molesto. Mi hermana siempre quería encontrar la manera de resolver todo de la manera mas fácil y la que le convenía... que normalmente es ilógica o insensata.
    — Candy, vete a dormir a tu cuarto y permíteme dormir en el mío. — Dije con dulzura fingida y estoy segura de que notó las ganas de abofetearla que tenía en mi tono.
    — Ah sí,  son las... — Vaciló, pero mirando su reloj de muñeca me doy cuenta que está completamente vestida y dijo. — 09:13, y mamá dice que bajes a desayunar, presentable, —Enfatizó esa última palabra antes de continuar. — Mamá quiere que conozcas a alguien. — Dudó, pero después me murmuro al oído con palpable excitación. — Es un chico y es condenadamente sexy. — Se mordió el labio, pero después con aire de culpabilidad me agarró las manos y murmuro rápidamente. — No le digas a nadie, especialmente a mamá, que te dije la última parte, es una sorpresa y ella no sabe que lo vi a hurtadillas. — Y rápidamente se fue de mi habitación dejándome sola, confundida y aturdida.
    Es normal que mamá me presente chicos, por su miedo a que sea lesbiana y sólo lo oculte muy bien, es decir, soy femenina, muy femenina, sólo que no tengo citas, no hablo con chicos ni hablo de ellos con nadie (a excepción de Candy), ni tengo ni he tenido novio, porque no quiero. Pero lo que no es normal es que la quisquillosa de Candace Murrier'd los considere siquiera lindos, y por los gustos tan parecidos que tenemos en chicos... esto me parece extraño. Y la única regla que tenemos entre nosotras es no mentirnos cuando hay un hombre de por medio.
  Ágilmente corro al baño y azoto la puerta, por mi apuro de verme presentable. Me quito el pijama de ositos de goma que mi hermana considera "Muy infantil para una chica de 18-casi-19-años", abro la ducha y entro sin pensarlo, lo cual genera un grito muy fuerte, femenino e inesperado de mi parte por no esperar que el agua aunque sea estuviera a una temperatura que no me genere hipotermia. Rápidamente intento cerrar el grifo con dedos temblorosos pero el agua se calienta y paro y de mis labios sale un suspiro de alivio. Gracias a Dios por el agua caliente. Me ducho en un santiamén y de repente ya estoy peinada, cepillada, bañada y vestida para cuando Candy entra al cuarto.
    — Date prisa que mamá ya comenzó con las historias de la infancia y casi va a buscar el álbum de fotos, y no quiero que este huya... porque a excepción de los demás, este es endemoniadamente hermoso, muy inteligente y súper gracioso. — Dijo Candy con tono casi suplicante y alarmado.
    — ¿Cómo lo sabes? — Pregunté entrecerrando los ojos.
    — Porque los he estado espiando con la cámara de seguridad desde que llegó. — Explicó como si le estuviera hablando a un niño pequeño y estúpido.
    — Candy, no puede ser tan bueno.
    — Oh sí, sí lo es. — Exclamo Candace con regocijo. —Y por favor, deséchalo para yo poder tomarlo. Juro que con este no me importaría que haya sido desechado por ti.
    ¿Quién eres y a donde te llevaste a mi Candy?
    — Ya bajo, pero por favor no entres hasta que no lo conozca completamente y estemos hablando y riendo. — La reprendo. Tiene la manía de confundir a los chicos con que ella es yo y yo soy ella.
    — Ah, no me digas que no te parece divertido. — Me dice con una sonrisa incrédula.
    — Sí, sí lo hace, —Le digo con una sonrisa maliciosa, pero después agrego seria. — pero con este no.
    Salgo y cierro la puerta detrás de mí para silenciar los ruegos de Candace y me dirijo abajo un poco nerviosa por el chico traído por mamá por primera vez.
    "Ok, relájate Nattaleah, este es sólo uno más y Candace sólo está exagerando" pienso para mí misma. "Oh, a quien engaño, Candy nunca exagera sobre chicos".
    Llego abajo y me dirijo a la cocina de donde se escuchan los murmullos de voces y las risas.
    Llego a la cocina y dando un paso atrás bruscamente choco con la pared. Con los ojos bien abiertos y la cara de sorpresa incrédula me quedo automáticamente congelada, no sólo porque el chico es endemoniadamente hermoso y ardiente, ni porque me está mirando de la misma manera estúpida de la que yo lo estoy mirando a él, con la sorpresa y la confusión pero también el reconocimiento atravesando su rostro, sino porque es el mismo condenado hombre que ha estado asaltando mis sueños desde los doce, claro que él iba creciendo igual que yo, pero, wow, sí existe.
    Me recupere del shock para ver a mi mamá sonriendo de oreja a oreja.
    — Veo que ya se conocen. — Dijo con una felicidad que ha fracasado muy malamente en ocultar.
    Yo murmuro un "no" mientras el murmura un "sí" que me deja confundida.
    — Bueno, en realidad no. — Admitió con palpable consternación, al parecer, mamá no llego a mostrarle las fotos ni Candace se apareció.
    — Ah, pues los dejo para que lo hagan. — Dijo rápidamente mamá y usó su estrategia de madre de cuatro hijos para desaparecer/aparecer que siempre me deja confundida, pero esta vez no, esta vez la confusión viene de otro lado.
    — ¿Tú... — Inició él pero paró bruscamente cuando yo interrumpí automáticamente.
    — ¿He estado en tus sueños? — Pregunte todavía sorprendida.
    — Sí. — Dijo completamente sorprendido, y éste de repente se convirtió en el momento más importante, feliz e incómodo de mi vida. Demonios, conocí al hombre de mis sueños, literalmente. Espero que sea igualmente de cursi, divertido, inteligente y fiel que en los sueños. Y mi línea de pensamiento se interrumpió cuando él habló.
    — Mi nombre es...



FIN


Ángela Nikole Leonardo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

"La lectura es lo mismo para la mente, que el ejercicio para el cuerpo"