jueves, 26 de septiembre de 2013

Mi primera vez en la biblioteca - Parte 3/ Ultima parte.-

Buenos días, tardes o noches queridos lectores. Esta vez me dedicaré a escribirles la tercera y ultima parte de “Mi primera vez en la biblioteca” y realmente espero que la disfruten, porque yo sí disfruté de escribirlo. Para leer la segunda parte den clic AQUÍ, y si quieren leer la primera parte dar clic AQUÍ.

Empecemos:

Cuando me senté en el área de estudio a "no estudiar" en un mueble súper cómodo, un chico y una chica se sentaron a mi lado, al parecer eran novios, me di cuenta porque todo el tiempo estaban dándose manitas, diciéndose cosas y hablando mientras leían y me distraían, *SUPER GENIAL*. Y, en un momento el chico miró hacia donde mí y me preguntó: "Lo siento, ¿te molestamos?" y yo con mi sonrisa falsa muy poco disimulada le dije bastante irónicamente: "No, claro que no" y me dio una sonrisa divertida, definitivamente entendiendo el mensaje. Pero por las pocas palabras que dije la bestia de la tos se desató y me tuve que parar, doblar un poco la esquina de la página por la que iba y dejarlo en mi asiento para que a nadie se le ocurra sentarse en mi lugar. Casi corrí disimuladamente a el baño y cuando llegué revisé si estaba vacío para poder toser; y, efectivamente no había nadie. Tosí libremente y cuando me sentí mejor, me arregle el pelo, la ropa y salí con aire tranquilo con pasos lentos y toda las paz y el alivio que me invadió... hasta que vi que el chico "Estoy-en-una-biblioteca-con-mi-novia-leyendo-y-demostramos-a-todo-el-mundo-que-nos-queremos" estaba ojeando mi libro. No sé ustedes chicos, pero por más estúpido que sea, soy de esas personas que si están leyendo un libro y alguien se lo quita, lo toma para ojearlo o siquiera lo toca... es posible que le lance una patada voladora ultra-mortal. Pero en este caso me controlé y solo respiré profundo, me crucé de brazos y lo miré con mi rostro de "Suéltalo ahora o..." y al parecer entendió, porque lo soltó inmediatamente, susurro un lo siento y yo usé mi mejor sonrisa de "Así está mejor" me senté con la más delicada forma de autoridad que se me pudo ocurrir y comencé a leer otra vez con toda tranquilidad.

La pareja se fue y llegaron un puñado de chicos y chicas de escuela a sentarse en los sillones contiguo al mío y comenzaron a jugar, hacer ruido y hablar. Un poquito molesta, cerré el libro que estaba leyendo, lo devolví exactamente a donde estaba y me dirigí directamente a una computadora, pero antes de llegar esas ganas de toser volvieron y doblé hacia el baño a toser.

Y así me pasé la siguiente media hora, yendo del baño a la mitad del pasillo y viceversa hasta que me volví valiente y me garantice que a nadie más que a mí le va a molestar mi tos.

Fui a la computadora y entré a mi correo. Después de esperar una eternidad, mi correo se abrió e inmediatamente lo cerré. Lo siento, pero no soy una masoquista perdedora de tiempo, si no entró rápido, no se podrá. Salí en busca de un libro y encontré uno en inglés  (El cual no entendí) y lo volví a poner en su lugar.
Me senté en una silla tratando de no verme rara en una biblioteca sin leer nada y me puse a cantar mentalmente mientras veía a la gente leer y estudiar. Había un chico estudiando que me miró y mi naturalidad interior me hizo guiñarle un ojo. Y en ese momento pasó la cosa más tierna del mundo, ¡se sonrojó! Eso fue tan dulce que casi me hizo soltar un audible “AWWWW” pero me aguanté y solo sonreí.
Me paré y seguí buscando… hasta que encontré Verónica decide morir.
Les cuento:
Hace un par de años le dije a mi papá que me encantaba leer pero que él nunca me compraba libros. Tuvimos una pequeña discusión acerca de eso (Una niñita pequeña [pero alta, siempre he sido alta] con cara molesta por que no le compran libros y más molesta aún por ver a su padre tratar de esconder la risa) y el decidió que me iba a conseguir algún libro que leer.
Mi hermana tenía una vieja, lenta y pesada laptop que a veces usábamos para jugar. Y mi papá una noche llevó una memoria flash.
-         Toma, ahí hay algunos libros que puedes leer – Dijo… creo, y me la entregó y yo la tomé.  
-         ¿Qué libros? 
-         No sé, me los dieron unos compañeros de trabajo – Eso era lo que trataba de decir, pero no recuerdo como lo dijo.
-         ¿Hay alguno bueno? 
-         Ni idea.
SEP, fue asombroso.
Cuando se fue entré la memoria en la computadora y comencé a  revisar el contenido. La mayoría de los libros eran de Paulo Coelho  y solo veía los nombres; hasta que llegue a Verónica decide morir… ¡Oh por Dios!
Tuve un enamoramiento instantáneo por ese libro, leí la primera página y me  quede completamente “Quiero más”.
Cuando lo terminé me encanto el final porque es un final que no te lo esperas y al mismo tiempo sabes que va a pasar.
Y pues, ese fue el libro que más me traumó la infancia y me hizo amar los libros… “¿Dónde está papá?” no cuenta.
Entonces al final, lo tomé y lo comencé a leer totalmente embelesada… otra vez.
Cuando ya estaba volviéndome un poco loca, mi mamá llegó y ya me tenía que ir. Habían pasado horas y yo no me había dado cuenta.
Mi mamá me dijo que me había llamado muchas veces y yo recordé que había dejado el celular dentro de la mochila, yo no quería dejar a Verónica en el psiquiátrico, pero ya tenía que volver a mi casa.
Tomé mi mochila, y salí feliz pero sin querer irme de la BIJRD (Biblioteca infantil y juvenil de la República Dominicana).


FIN

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

"La lectura es lo mismo para la mente, que el ejercicio para el cuerpo"